El mexicano Fernando A. Flores entra en el catálogo de Bunker Books como un elefante en una cacharrería con su debut Las lágrimas del cerdo trufero, una de las obras más desconcertantes de esta editorial. Flores presenta una historia concernista y distópica que no deja indiferente a nadie, utilizando una narrativa de alto nivel y provocando al lector con un estilo muy personal. Este personaje es tan atípico que ha escrito su primera novela con una máquina de escribir, marcándose un «Jack Torrance» a la mexicana. A continuación, desnudamos el alma de este escritor, para que puedas entender un poco mejor qué tiene en su cabeza y cómo ha creado un relato tan lisérgico como electrizante.
De librero en una pequeña tienda indie en Texas a escritor de mundos distópicos. ¿Cuándo decidiste ser escritor y por qué?
No creo que haya sido una decisión que tomara de manera consciente; no dije: «quiero ser escritor». Fue algo que pasó de forma natural. Cuando me mudé a Austin, el verano de 2005, mis únicas pertenencias eran una máquina de escribir y mis ropas. Trabajaba en cocinas de restaurantes y cafeterías, y cuando llegaba a mi apartamento leía y escribía historias o poemas vorazmente. Estuve viviendo así casi diez años. Cuando cumplí 32 empecé a trabajar como librero y dejé el sector de la restauración. Sinceramente, me sorprende y me choca cuando la gente se refiere a mí como un escritor de distopía.
¿Con qué piedras te has encontrado en el camino al publicar tu primera obra?
Las lágrimas del cerdo trufero es mi primera novela publicada, pero en realidad es la cuarta que escribo. Durante los años que pasé escribiendo, nunca tuve ningún mentor, ni nadie que se tomara mi trabajo en serio, así que dependía de mí el ser duro y estricto con el trabajo. Después de años de rechazos, una pequeña editorial de las afueras de Chicago publicó una tirada de 200 copias de tapa dura de Death to the Bullshit Artists of South Texas Vol. 1, que es la versión corta de mi primera novela. Me nominaron y obtuve una Mención de Honor en el Cisneros del Moral Award en 2014, y con el dinero del premio escribí el primer borrador de Las lágrimas del cerdo trufero, en otoño de ese mismo año.
¿Cómo definirías tu debut?
Es una historia de leyendas y sueños a lo largo de la frontera del sur de Texas, y la relación de estos con ese entramado que llamamos «realidad».
«El primer borrador lo escribí en tres meses con una máquina de escribir. A menudo me despertaba a mitad de la noche con ataques de pánico porque no tenía ni idea de lo que iba a escribir»
Las lágrimas del cerdo trufero no es un libro nada fácil ni convencional. ¿Es esta la historia que siempre has tenido en tu cabeza?
He de decir, incluso si suena presuntuoso, que Las lágrimas del cerdo trufero es una historia que surgió dentro de mí en esos tiempos que te comentaba. Antes de eso, había escrito lo que podría llamarse «realismo literario», y tras recibir el dinero del premio supe que tenía que revisar mi material viejo y trabajar en algo completamente nuevo y desconocido. El primer borrador lo escribí en tres meses con una máquina de escribir. A menudo me despertaba a mitad de la noche con ataques de pánico, porque no tenía ni idea de qué iba a escribir al día siguiente. Así que, aunque sabía que ciertas cosas tenían que suceder a lo largo de la historia, nunca supe con exactitud cómo iba a llegar ahí.
¿Por qué un relato concernista y distópico?
Uno de los temas del libro es cómo una ciudad siempre está tratando de contar su propia historia. Escribí el primer borrador antes de las elecciones de 2016 de los Estados Unidos, pero todos los temas que se tratan han existido de forma local durante toda mi vida. En esa época, me interesaban las mentalidades de los escritores constructivistas rusos, como Daniil Kharms, o la pintora Natalia Goncharova, y también cómo escribir cualquier cosa más allá del realismo de la Rusia de principios del siglo 20. Tenía muy pocas probabilidades, si no ninguna, de ser publicado. La ventaja de redactar usando una máquina de escribir es su carácter performativo, tu relación con la máquina. Así que me pregunté si sería ilegal escribir sobre la frontera y todos esos otros temas en nuestras vidas. ¿Cómo los escribiría? ¿Cómo escribiría sobre el racismo en las fronteras, la inmigración, el capitalismo, las drogas… sin escribir sobre ello de forma directa, para evitar la censura? Así que, arriesgándome a sonar presuntuoso, nunca sentí que estuviera escribiendo una novela, sino que la representaba en las páginas.
«Quería que Las lágrimas del cerdo trufero fuera una historia fronteriza que a la vez contuviera pedazos de todo el mundo»
¿Qué hay de Esteban Bellacosa en Fernando A. Flores?
Bellacosa es una persona muy interesante y fue el primer atisbo que tuve de esta historia. Si la literatura es la historia de nuestra imaginación colectiva, yo visualicé a Bellacosa desde el principio como un pariente lejano de Alonso Quijano; de mucho después de que los tataranietos de Quijano se mudaran a México, y luego a lo largo de toda la frontera de Texas, tras generaciones emigrando. Quería que Las lágrimas del cerdo trufero fuera una historia fronteriza que a la vez contuviera pedazos de todo el mundo en ese sentido.
El cerdo trufero. Cuéntanos el mito que has creado y cómo se ha originado en tu mente.
Mi madre falleció a finales de 2013 y tuve dificultades para escribir durante lo que me pareció una temporada muy larga. Sin embargo, un día estaba sentado en mi habitación y tuve la visión de Las lágrimas del cerdo trufero. «¿Qué es esto?», me pregunté. Había estado pensando en Bellacosa antes y me llevó meses darme cuenta de que la visión de Las lágrimas del cerdo trufero y la de Bellacosa no eran visiones diferentes, si no que formaban parte de la misma. Cuando finalmente me senté a escribirla, mi trabajo consistía principalmente en desenmarañar todo aquello.
«Quería escribir una novela sobre nuestra realidad que requiriera una búsqueda dentro de la imaginación, lo cual para mí era un mayor reto»
La imaginación juega un rol muy importante en tu libro, ¿Qué papel juega en tu vida?
Cuando era más joven, me parecía importante plasmar las cosas de la forma en que realmente ocurrían, y me llevó años y años darme cuenta de que en realidad me daban igual los hechos concretos. No soy un periodista. Para mí, no existe cosa más vergonzosa que escuchar a un novelista alardear de su documentación. Si me explican en una novela cómo cargar un tipo específico de pistola la abandono. ¡Simplemente di: «cargó la pistola»! Así que mi planteamiento fue el de escribir la novela anti-documentación. Quería escribir una novela sobre nuestra realidad que requiriera una búsqueda dentro de la imaginación, lo cual para mí era un mayor reto.
La música también es protagonista en tu debut. Cuéntanos tu relación con la música y la correlación con esta historia.
Soy un producto de diversos estilos musicales y artísticos del sur y el centro de Texas. A lo largo de los años de mis amigos han sido músicos. Para mí la música es importante porque me ayuda a transportarme al lugar de la novela. Especialmente hay una o dos canciones que las he escuchado casi veinte veces en bucle. En la novela, estaba interesado en la cultura pop que existe en ese mundo que describo, lo cual es algo que no veo mucho en eso que llamamos distopías, ciencia ficción o fantasía. Seguramente hay artistas en estos otros mundos. ¿Cuál es la música que esa gente escucha? ¿Qué es lo que sucede? Eso es lo que quiero saber cuando estoy leyendo a Philip K. Dick. En El señor de los anillos, por ejemplo, ¿dónde están los graffitis antiorcos y en contra de Sauron? Las casas de los hobbits tendrían que estar pintadas, el graffiti tiene que existir.
Algunos pasajes de tu novela nos llevan a la locura de Hunter S. Thompson y su Fear and Loathing in Las Vegas. Dinos algunos de tus literatos favoritos.
Admiro mucho a Mariana Enriquez, Helen Oyeyemi, Alejandro Zambra, Can Xue, Victor Serge, Luc Sante… Y quizás diría que las historias de Sigizmund Krzhizhanovsky han sido, más que las de cualquier otro autor, una influencia importante para Las lágrimas del cerdo trufero.
Las lágrimas del cerdo trufero es una historia tan potente que pide a gritos contarla con imágenes… ¿Has negociado ya una posible adaptación al cine?
La opción cinematográfica le pertenece ahora mismo a Redrum Productions, y actualmente ya está en proceso de adaptación. No la estoy adaptando yo, porque no soy capaz de hacer eso.
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